Los Ojos que me Miran
Era una noche fría y oscura en la que yo me encontraba sentado enfrente de mi escritorio de madera a la luz de las velas, todo estaba oscuro solo podía divisar dos metros a la cuadrada ¿Qué había pasado con la luz? La verdad no lo se, empiezo a inquietarme, siento una presión extraña en mi nuca, no me quiero dar vuelta, sigo leyendo mi libro de suspenso, a cada segundo que pasa siento la presión sobre mi nuca que incrementa mas y mas hasta el punto de quemarme. No cambio de opinión, no me voy a dar vuelta, tengo miedo, todo empieza a asustarme, no hay nadie en casa, ¿Estaré llegando al borde de mi cordura? Segundos solamente son los que pasan para sentir la presión de cómo si fuera un dedo sobre mi hombro derecho, uso mi visión periférica para ver “Algo”… Nada, miro hacia el otro lado… Nada, algo hace que me siga quemando la nuca, junto valor… junto valor, finalmente me decido, me voy a dar vuelta... “pienso”. Me doy vuelta por completo y… Nada, un alivio gigante emerge desde lo mas recóndito de mi interior, empiezo a sudar, de repente la luz vuelve, una ráfaga de viento apaga mi vela, la veo… ¡ella estaba allí mirándome!, grito del horror como un loco, se corta devuelta la luz, manoteo todo sobre mi escritorio en busca de un fósforo, lo encuentro, enciendo la vela y ya nadie estaba allí.
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